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Gavidia, un paraíso en la Sierra Nevada

    Entre Mucuchíes y San Rafael, comienza el descenso y ascenso a uno de los pueblos más impresionantes de la geografía andina: Gavidia, un valle atrapado en la garganta de impetuosas montañas rocosas y adornado con muros de piedras y riachuelos, una perfecta acuarela pintada por la naturaleza. La laguna más grande de los andes venezolanos se mece entre sus colinas.

​¿Recuerda haber visto alguna vez una película de dinosaurios? De las eras glaciares en las que la tierra comienza a fraccionarse en continentes… La emotiva realidad de los seres que entonces poblaban el planeta, una migración bárbara en busca de una tierra dónde vivir, y por fin, ese paraíso, escondido entre montañas y paredes de árboles… Así se descubre Gavidia, un paradisiaco valle encallado en el interior del Parque Nacional Sierra Nevada, al sudeste del estado Mérida.

​Guardián de la impetuosa laguna del Santo Cristo, la más grande de los andes venezolanos, el caserío reposa a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar, en una garganta de altas cúspides perfectamente escondidas entre San Rafael y Mucuchíes, en el municipio Rangel.

Cuenta la leyenda que antes, muchos años atrás, cuando solo se llegaba en bestia y no había electricidad ni agua potable, los duendes abundaban entre los linderos de piedras y acosaban a las familias, que cuidaban sigilosamente a sus niños para evitar que se los llevaran… Eran tiempos de las siembras sin químicos, cuando las tierras de Gavidia solo cosechaban trigo y papa negra… tiempos de las semillas criollas y saludables.

​Ahora el camino al valle está vestido de asfalto casi en su totalidad. La carretera empieza de tierra, a un lado del sector La Toma, saliendo de Mucuchíes. Opuesto a lo que se cree, en vez de ascender, el camino comienza en bajada unos 500 metros hasta el río Chama y atraviesa un pequeño puente, entonces sí se puede decir: “Vamos camino a Gavidia”.

El nombre del lugar hace honor a la memoria de su primer habitante, Simón Bruno Gavidia, de quien se desconoce su origen y últimos años de vida. “No se sabe si era español o indio, solo que un buen día llegó, se instaló y se quedó aquí hasta viejo. Aunque se dice que él se fue después que llegaron ‘Las Velázquez’, unas señoras de Ejido (Mérida) que comenzaron a explotar la tierra y fue con ellas que se comenzó a formar la comunidad”, relata María Cantalicia Torres, la dueña del único cafetín del pueblo: ‘Cafetín Bruno Gavidia’.

De la ciudad de Mérida a Mucuchíes son unas tres horas de carretera, luego, desde Mucuchíes hasta Gavidia son otros 30 minutos, a ‘velocidad de paseo’.

​Una vez que se pasa el puente comienza el asfalto y el paisaje empieza a cambiar: a la distancia se aprecian colinas que van de diferentes tonos de verde a un ocre realmente impresionante. Los minutos transcurren lentos, pero a la vez muy rápidos para lograr apreciar la riqueza natural que recién inicia a desvestirse.

​De pronto, un túnel de viejos y arqueados árboles se adueña de un corto tramo de la carretera y después de ellos ¡todo se transforma a los ojos!: las onduladas colinas que parecían ingenuamente dibujadas sobre una cartulina desaparecen y, como si se pasara la página a otro cuento, brotan dos imponentes paredes de formaciones pétreas, realmente negruzcas, una pegada directamente a la angosta y ahora empinada carretera, y la otra, separada a unos metros por un enorme precipicio que da paso al gélido río Gavidia, que alimenta las bravas aguas del Chama.

​Ambas peñas, altas, perpendiculares y brillantes por el agua que filtran, son un verdadero umbral, la garganta tras la cual se oculta el magnífico paisaje del valle de Gavidia: un pequeño caserío rodeado de sembradíos de papa, ajo, zanahoria y trigo; salpicado de pequeñas casas de tapia con sus colinas adornadas de lanudas ovejas y largos muros de piedras que delinean el contorno de las propiedades, de las calles y del pueblo en general.

​Y como si la acuarela no fuese lo suficientemente perfecta, en medio de la campiña, enmarcado cuidadosamente por la sabia naturaleza, el río Gavidia, que a esa altura se dibuja como un riachuelo de aguas bajas, transparentes y tranquilas, que invita a recorrerlo a pies descalzos sobre sus redondas y bellas piedras, como puestas por un artista. La carretera termina en una callejuela que da la vuelta al pueblo, en una especie de “U” que se une por un pequeño puente sobre el riachuelo, justo frente al cafetín de María Cantalicia.

​La gente es tranquila y afable, los niños con sus mejillas tostadas caminan agarrados de la mano hacia otra angosta callecita que no lleva más allá de la hilera de casas sobre ese lado de la sublime colina. El censo del 2012, realizado por los consejos comunales, arrojó que sumando los habitantes de Gavidia, Micaracche, Las Piñuelas y El Picadero, estos tres últimos, sectores que rodean al valle, apenas llegan a 600 personas.

Además del Cafetín Bruno Gavidia existen tres abastos y una artesanía; la capilla con su casa cural, el ambulatorio, la casa comunal, la cancha y la pequeña Plaza Bolívar; además de la escuela rural, una guardería y claro, las ‘Mucuposadas’, como son conocidas algunas posadas del Parque Sierra Nevada que garantizan el contacto directo con la vida paramera.

“Aunque también hay algunas otras casas donde alquilamos habitaciones para quienes quieren visitarnos, porque cada vez son más a los que les gusta venir para acá a disfrutar de la naturaleza y descansar. En diciembre, por ejemplo, vino un grupo grande de zulianos”, expresa la dueña del cafetín.

​El pueblo en sí es una ruta paradisíaca, perfecta donde se disfruta de la virginidad de la naturaleza y se respira la paz del aire puro. Sin embargo existen otras travesías para las que hay que pedir ayuda a ‘baquianos’, como Bernabé, a secas. “Quienes nos visitan llegan aquí y hablan directamente con uno, lo que más les gusta es ir a la laguna del Santo Cristo. Se puede ir caminando o en bestia, son unos 13 kilómetros hasta allá. Hay que ir y quedarse en carpa”, explica.

​También es una buena opción las lagunas “Las Brava” y del “Parque”, o las cascadas “El Montón”, “Las Señoras” y “Llano del Trigo”, en los alrededores de Gavidia, así como la truchicultura del sector El Piñuelo.

Aunque la mayoría de los hombres y mujeres ‘gavidieros’ trabajan en la agricultura, llama la atención un pequeño grupo de mujeres tejedoras que procesan la lana directamente de las ovejas que crían. El grupo tiene un poco más de 10 años y exhibe sus prendas artesanales directamente en el pueblo.

“ A rato frío, a rato tibio”. Así describen, durante su primera visita al pueblito, Jesús Alejandro y Estefanía Calderón, de 12 y 10 años, respectivamente. “Así es Gavidia, un paraíso terrenal, un paraíso escondido. Muchas piedras, de muchos tamaños, una especie de paisaje chiquito. Rodeado de puras montañas, como la película ‘Dinosaurios’, al final, con los ‘nidales’ rodeados por colinas, el lago y muchos árboles”.

Hotel.

Numero de contacto:

0274-6574309

Gavidia: un pueblo que está a un paso del cielo

A unos 13 kilometros de Mucuchies capital del municipio Rangel, del estado Mérida se encuentra el Páramo de Gavidia, lugar de encanto y total tranquilidad para disfrutar en familia al aire libre.

Para llegar a sus vías son de fácil acceso y se encuentran en optimas condiciones, a pesar de ser un poco angosta, al ir ascendiendo es importante tomar precaución, mientras se disfruta del paisaje que rodea a medida que se avanza.

Si quieres tener una hermosa fotografía digna de cuadro y si es de su agrado, puede detenerse en pequeños lugares que suele servir de Mirador para contemplar los picos, y si giras la vista a tu mano derecha, verás el Observatorio Llano del Hato, – unas pequeñas cúpulas de color blanco- mientras que más abajo de esto se contempla la espectacular panorámica de Mucuchíes.

Adentrándose más hacia el recorrido, a unos 60 minutos, se puede observar unas 30 casas de bahareque, y otras un poco más modernas, entre ellas un rinconcito que se encarga de ventas en artesanías, las famosas tejedoras, quienes realizan diversos tejidos con lana extraída de la oveja tinturadas con colores naturales, -un proceso heredado por sus antepasados- en medio de éste esta un río que es el inicio del Chama.

Aparte de todas estas maravillas que ofrece este humilde pueblito de Los Andes, la cordialidad y atención de la gente es excepcional, cuenta con una Mucuposada “Michicabá” a unos 3550 msnm, que permite alojar a 12 personas, disfrutar de las delicias que se preparan.

Camino a Laguna Santo Cristo

Más arriba se encuentra el Alto de Santo Cristo, la Laguna que lleva este mismo nombre a unos 4200 msnm, siendo la más grande de los Andes de Venezuela, de origen glaciar, al fondo en temporada de nevadas, se puede observar como regalo del cielo las cinco águilas blancas- Los Picos- un espectáculo y tranquilidad digno de fotografiar.

Para llegar a la Laguna Santo Cristo, es necesario contratar baquianos, quienes ofrecerán las bestias -caballos, mulas, burros- para poder trasladarse hasta allá y hacer más corto el trayecto que tiene una duración de 3 horas, y a pie 7 horas.

Recomendaciones
-Es necesario ir bien abrigado, con chaquetas gruesas e impermeables, guantes y bufandas, para evitar reSfriados y mal de Páramo.
-La temperatura puede estar entre 5°C y bajo cero en temporadas de Nevadas.
-Es preferible contratar baquianos quienes se encuentran en la Mucuposada, y así evitar perderse en el camino, producto de la densa neblina que a ciertas horas se observa.
-Evitar destruir los enormes frailejones, pues son necesarios para mantener el equilibrio del ecosistema
-Consumir bebidas que permitan mantener el cuerpo caliente e hidratarse.
-Evitar arrojar bolsas, desperdicios alrededor de la laguna y río.

 

Cindy Puentes /@PuentesCindy

Mujeres Tejedoras de Gavidia. Creado con Wix.com

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